Soneto de la dulce queja
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu rio
con hojas de mi otoño enajenado.
como sempre maravillosos os poetas do noso corazón, non é certo? Grazas, querida amiga, por ser así como eres. Moitos biquiños, tamén poéticos, de Vero.
ResponderEliminarGrazas Vero por lerme... E si, os poetas do noso corazón son sempre marabillosos.
ResponderEliminarO mesmo digo querida amiga, grazas por ser como es e non cambies nunca; tamén che mando moitos bicos amistosos para ti.